EL GRITO EN JUCHIQUE

¡Orale compadre, chúpele! que está bien bueno el tequilita…y es gratis. Que a todo dar… ojalá y siempre dieran en el grito, aquí en Juchique, pa´ disfrutarlo más.

Si compadre, pero ya lleva muchos tragos; no vaya a ser que ande usted como acostumbra, a gatas, como buscando hormigas, como cucaracha fumigada. Ya ve como es la gente de fijada, y luego anda usté en boca de todos.

A mí me vale lo que digan; de todos modos la gente siempre habla. Ya ve lo que dicen de usted compadre, que es un mandilón, que lo manda la mujer y no sé cuántas cosas. Ya ve como es la gente en Juchique.

No es que me mande compadre, es que la palabra casados quiere decir “casa de dos”, y si me casé pues, debo ayudar en las cosas de la casa, es responsabilidad de los dos… no solo se casó mi vieja, yo también.

Si compadre, pero usted la riega. El mexicano debe ser borracho parrandero y jugador. Ya ve yo, a mi nadie me manda, hago lo que quiero y cuando quiero, no tengo que dar cuentas a nadie, y menos a mi vieja. Ella debe atenderme, respetarme, serme muy fiel, porque si no…ya sabe usted de lo que soy capaz.

Pos sí, por eso estamos como estamos: atrasados, subdesarrollados, improductivos. Por egoístas como usted que solo ven su bien personal y no el colectivo.

¡uh, ya bájele compadre! Que hasta me va a amargar mi trago. Mejor dígame ¿cómo vio el grito?.

Pues ahí se vio todo lo que le estoy diciendo: la cooperación, el trabajo en equipo, el desprendimiento y el amor por Juchique; el deseo de engrandecerlo. Como la participación de los alumnos en los bailables, ¡qué bonito les salió!; se notaba en su rostro juvenil su disposición, su alegría. Se adivina que dedicaron muchas horas a preparar sus números para que el pueblo lo disfrutara. ¡Y eso da gusto!, tanto, que después del grito se oyeron muchos balazos, como expresión de alegría; se oían rete feo, creo que no debe permitirse eso. Aunque peor hubiera sido que los que sacaron sus pistolas hubieran estado enojados, entonces si se arma la gorda.

También me gustaron mucho los fuegos pirotécnicos, ¡qué padre se veían!. Esto es obligatorio en los festejos de Juchique, lucen mucho. ¡Y después el mariachi!, ya ni se diga; lástima que tocaron poquito.

Y finalmente el baile popular, aunque como siempre aquí en Juchique se empiezan a animar a bailar después de las doce de la noche.

En fin, qué bonita la tradición del grito. Invita a reflexionar sobre los esfuerzos de mucha gente que ofrendó su vida por darnos libertad. Ojalá los mexicanos la valoremos e incrementemos no solo este valor, sino muchos otros que nos permitan salir de esta crisis, y vayamos construyendo un mundo mejor para nuestros hijos, con más oportunidades. Pero eso sí, empezando por uno mismo.

Así es que compadrito: ¡salud! y sígale pensando qué mundo heredará a sus chilpayates. Espero no se le amargue su trago. Yo por lo pronto ya me voy, porque me espera mi vieja. ¡Salud!.